El equipo de Hungía fue denominado como "El Campeón sin corona", debido a que llegaba como la selección favorita para coronarse con el título en Suiza 54. Tras haber enfrentado a los grandes de Europa, el equipo que comandaba el genial Ferenc Puskas se mantenía invicto durante cuato largos años, con un extraordinario balance de 24 triunfos en un total de 28 partidos.
El torneo que se inició el 16 de Junio no estuvo bien organizado. Si Suiza ganó la votación para ser la sede del certamen fue porque ese año se celebraba el quincuagésimo aniversario de la fundación de la FIFA, con sede en Zurich. Asi y todo, esta Copa del Mundo fue el torneo de las grandes goleadas, como que se registraron un total de 140 goles, con un promedio de 5,38 por partido.
Precedidos por una increíble racha de triunfos, los magiares avanzaron a paso firme de la mano de sus estrellas Ferenc Puskas y Sandor Kocsis, y tras vencer con toda justicia a Brasil y Uruguay, llegaron a la final a ritmo de campeones. Al frente estaba Alemania Federal, equipo al que ya habían goleado por un aplastante 8 a 3 en primera fase y que a priori aparecía como una víctima fácil.
El encuentro decisivo se jugó en el Estadio Waldorf de Berna, el 14 de Julio, y resultó un partido muy dramático jugado bajo una lluvia torrencial. Puskas, que insistió en jugar pese a estar aquejado por una inoportuna lesión al tobillo, abrió el marcador, y Zoltan Czibor marcó el segundo tanto cuando solo corrían nueve minutos de juego.
Sin embargo, los alemanes empataron rápidamente el partidos y a pocos instantes del final, Helmut Rahn anotó el gol del triunfo tras un pase milimétrico del capitán Fritz Walter. Sin haber sido siquiera considerado cabeza de serie, Alemania Federal -dirigida por el técnico Sepp Herberger- demostró mucho amor propio, hizo el milagro y en el encuentro más importante de todos le quitó el título de las manos a la poderosa e imbatible Hungría. El fútbol de aquella selección magiar quedó grabado para siempre en la historia por su belleza y espectacularidad.
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